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martes, 2 de junio de 2020

El dolor del pueblo estadounidense

El 25 de mayo de 2020 al rededor de las 20:00 comenzó todo. Un hombre de rasgos afroamericanos -de piel obscura, cabello ensortijado, labios y nariz gruesos, con estructura corporal atlética y fuerte, nacido en los Estados Unidos de Norteamérica de ancestros africanos que llegaron al continente a través de la venta de esclavos para la explotación laboral entre el siglo XVI y el XIX- llamado George Floyd, fue denunciado por el encargado de la tienda donde entró a comprar una cajetilla de cigarros, pagó con un billete de veinte dólares, el encargado del establecimiento consideró que el billete era falso y solicitó ayuda al servicio de emergencias 911.

 La policía se presentó ante la llamada, encontró a Floyd a unos metros del establecimiento en un automóvil acompañado de sus amigos. Un policía lo obligó a salir del auto para llevarlo a la estación de policía, antes de que lo metieran a la patrulla, George Floyd se tiró al piso y fue sometido por tres policías, inmediatamente después llegó un policía más y puso su rodilla sobre la nuca de George. Aún cuando el hombre dijo “I can´t breathe” - “no puedo respirar”-, el policía continúo presionando la nuca de George Floyd hasta que dejó de moverse. Una ambulancia lo recogió y una hora después se declaró su muerte.

El asesinato fue grabado y difundido a través de Facebook evidenciando la violencia cometida contra alguien que ni siquiera opuso resistencia ni ha sido demostrada su culpabilidad, pues hasta ahora las autoridades no han aclarado si el billete - motivo de la acusación- es falso. Esto desató la indignación dentro de los Estados Unidos y en el resto del mundo, en Inglaterra y en Alemania principalmente. 

A partir del 26 de mayo comenzó un episodio nuevo en la vida de los Estados Unidos, los jóvenes particularmente, han salido a protestar en todos lo estados de ese país, algunas de las protestas han sido muy violentas hasta llegar a la destrucción de establecimientos comerciales y saqueos, por otro lado se encuentra la reacción de la policía que ha sido la represión. Esto no sólo es la muestra de la indignación que causa la pérdida de una vida, más aún cuando el verdugo es el que debiera cuidar de la integridad de los ciudadanos y de su patrimonio. En vez de esto, la policía se reveló -una vez más- como uno de los instrumentos que tiene el estado norteamericano para controlar y reprimir a sus propios ciudadanos, esta no es la primera ocasión que ocurre una arbitrariedad semejante, han aparecido diferentes ejemplos de jóvenes de piel obscura o latinos o asiáticos cuyas últimas palabras han sido “I can´t breathe” antes de morir cuando son aprehendidos por la policía en los Estados Unidos.

Hasta este momento no ha habido una explicación pública sobre el desempeño de los policías en este  caso, ni se ha aclarado si la acusación del encargado de la tienda era fundada, tampoco se ha dado el pésame a la familia de George Floyd. En cambio la policía tomó una actitud desafiante, se apostó afuera de la casa del oficial, de raza blanca de ascendencia europea, que cometió el asesinato para resguardar su integridad mientras el propio presidente de los Estados Unidos de Norteamérica ponderaba su lealtad a la nación y advertía que “de haber saqueos habría tiros”, el sábado 30 de mayo dijo también que se alista la Guardia Nacional para entrar en acción si es necesario. Después de la presión social, se inició un juicio contra el policía responsable de la muerte de Floyd y fue declarado culpable por homicidio imprudencial.

Ambas posturas son contrastantes: la indignación de la población y la indiferencia ante la pérdida de la vida de un ciudadano combinada con una actitud taimada del gobierno ante la acción del policía responsable y de los otros tres policías que participaron en la detención de George Floyd.

¿Por qué el gobierno estadounidense se encuentra tan disociado de su pueblo? me pareció necesario hacer un recuento de los acontecimientos más recientes en la historia de aquel país. El primero es el efecto que ha tenido la epidemia mundial que aún aqueja a la población norteamericana, ocasionada por el virus SARS-COV2 . En Estados Unidos han muerto hasta el 27 de mayo 100,000 personas,  tienen rededor de 1.7 millones de contagios* y la población se ha enfrentado a la falta de acceso a la atención médica. El segundo hecho es la pérdida de cuarenta millones de empleos a partir de mediados de marzo hasta el 27 de mayo**, como consecuencia de la clausura temporal de toda actividad colectiva que tiene a la población en tensión permanente. Cabe señalar que la propia víctima de quien he relatado su historia, había perdido recientemente su empleo de guardia de seguridad privada y estaba buscando un seguro de desempleo. 

El gobierno en cambio se asume como el guardián de los principios fundacionales de los Estados Unidos que justifican cualquier decisión al interior y al exterior del país, sin considerar el parecer de la población en las formas de la defensa de esos principios que en ocasiones atentan contra su propio pueblo. ¿A qué me refiero? La defensa del derecho a la propiedad privada, a la libertad -de comercio- a la forma de gobierno democrática -donde no hay participación directa de la población por cierto- a la autonomía de los estados que conforman a la nación, a la igualdad ante la ley y a la libertad de prensa. Por lo tanto cualquier persona que atente contra alguno de estos principios se convierte en un enemigo para el gobierno, sin importar que se trate de un ciudadano.

Sin embargo en la práctica estos derechos no han sido asequibles para todos. Los habitantes de origen  anglo sajón, de tez blanca y practicantes de la religión protestante han accedido preferentemente a los beneficios de los principios fundacionales y han contado con la protección del gobierno, mientras que las que se consideraban anteriormente “minorías raciales” han quedado en segundo término y han sido limitados a ser la fuerza de trabajo. La policía se ha encargado de reforzar esta condición a través de la represión sistemática contra estas “minorías”  para obligarlas a mantenerse en esa condición.

Mientras que el gobierno tanto federal como estatal está obligado a proteger la propiedad ante los saqueos, la población manifiesta su indignación y muy probablemente resentimientos mucho más profundos, al final, el saqueo representa devolver ofensa por ofensa y si sopesamos el alcance de los daños, la represión del gobierno es infinitamente más perjudicial que la sustracción de bienes materiales. 

Percibo a una sociedad dolida. A la muerte de un ser humano se añaden otras muertes por una enfermedad desconocida de la cual no han podido protegerse ni ser protegidos, con la pérdida del empleo han perdido su seguridad material, es el pueblo el que ha arriesgado todo. La gran afrenta de la sociedad norteamericana es el abandono de su gobierno. Los principios fundacionales, están resguardados, la población no.

El pueblo estadounidense me inspira una gran admiración y esperanza en este momento, especialmente los jóvenes que se han unido, sin distinciones raciales, para solidarizarse e indignarse ante el asesinato de un ciudadano, sobreponiéndose al temor de los contagios, demostrando fortaleza inspiran a otros jóvenes para buscar nuevas relaciones con su gobierno y  entre sí. Este valiente y esforzado pueblo norteamericano que ha trabajado incansablemente para formar una nación próspera, ha financiado con su trabajo, la expansión imperial de los Estados Unidos de Norteamericana y ahora  ¿qué ha recibido a cambio?

Fotografía de AFP
https://www.pagina12.com.ar/269681-fotos-de-las-protestas-en-estados-unidos


* Coronavirus. 100,000 muertos en Estados Unidos. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52828966 consultado el 31 de mayo de 2020.
** Op. Cit.